Soy una persona que
ama la vida tremendamente fuera de la perversión. Desde disfrutar un paseo por
el bosque, sumergirme en las páginas de un libro o hacer una de esas miles de
cosas que despiertan mi interés y que no tienen nada que ver con lo pervertido.
Pues la perversión
corre por mi sangre. Es una parte importante de lo que deseo, como cualquier
otro estímulo que busque. No es sólo una actividad para darle vida a un momento
en una relación. Más bien, se trata de una visión del mundo y una manera
definida de estar en esa relación. La perversión se convierte en el centro del
fundamento en una dinámica de la D/s, que no tiene que consumir al resto de la
relación, pero tiene que ser respetada como la parte fundamental de tus
interacciones con tu otra parte.
Una mujer vainilla, son
personas hermosas y maravillosas. Pero, existe un límite a su belleza, un
límite a su confianza e intimidad. Incluso, en la forma en que ella se comunica
es limitada, comparada con la de una mujer sumisa. Una mujer que no se ha
arrodillado ante un hombre y le ha dado el poder para dominarla, está limitada
en cuanto a la profundidad que pueda unirla a otra persona. Porque, cuando alguien
ha cogido el dominio sobre ti, te aporta una sensación de seguridad y calidez
que no se encuentra en ninguna otra parte.
La sumisión es mucho
más que servir y obedecer. Se trata de estar abierta a una forma de intimidad y
confianza tan profunda que, solamente puede ser encontrada cuando una persona
es realmente vulnerable, y está a merced de su Amo. Porque, en ese momento,
cuando ella está atada y sus ropas y poder han sido despojados, ella está
expuesta de tal manera que, va más allá del hecho de estar desnuda. En ese
momento, su alma está desnuda y bajo el cuidado de su Amo, ella aprenderá lo
que significa ser atendida de una manera que una mujer vainilla nunca conocerá.
Porque cuando eres vulnerable de verdad a otra persona, y sales de una
situación mucho más fuerte que cuando entraste, ese crecimiento hace que la
sumisa ame a su Amo con todas las partes de su ser.
Los dominantes y las
sumisas se necesitan mutualmente para existir. Uno no puede realizarse
plenamente sin la otra. Eso no existe en una relación vainilla, donde
sencillamente dos individuos cohabitan. Esa necesidad del uno por el otro y el
deseo que puede crear la dinámica de la D/s, es tan personal y tan íntimo, que
la relación se convierte en una parte de tu ser, una parte de tu esencia.
Simplemente, una parte de tu ser, que no puede vivir sin la otra. Usted no se
limita a existir dentro de la relación, ésta existe dentro de usted.
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