Sus manos son del color del óxido, la
fuerza está incrustada dentro de las grietas de los días duros de trabajo. Sus
palmas leen el dolor, el estruendo y la perseverancia. Pueden capturar el
momento con sólo una sonrisa y un gesto leve de su mano. Sin decir una palabra,
tú sabes que él tiene el control, tu control, de cualquier decisión importante
y de tu futuro colectivo. Confías en él para todo.
Su mente habla de parábolas y tú te
pierdes en el significado de cada minuto. Cuando él habla, es como la poesía y
el propósito de cada palabra. Cedes a su juicio, porque sabes que es muy
calculador en todo y siempre quiere lo mejor para tí. De rodillas, a sus pies,
con su mano sobre tí, no hay nada que desees más que su afecto y atención, y él
se entrega con tanto sentido que, con mucho gusto, te arrodillas siempre ante
él para vivir en la dicha de su amor, su deseo y su pasión, y su dominación.
Cada día que pasa y le leo,más difícil me resulta encontrar palabras para expresar lo que me hace sentir.
ResponderEliminarPaula
Gracias
EliminarSon sensaciones de paz,dicha y muchas más sensaciones cuando una sumisa se deja llevar totalmente por su Amo.
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