jueves, 27 de julio de 2017

A ella, no le gustaba el romanticismo, pero le gustaba su color

Decía que no le gustaba el romanticismo. Era pragmática, pesimista y no creía en la magia. En pocas palabras, el amor era una ilusión empapada en un coctail químico, explicado por la explosión de las neuronas. Nada más y nada menos.

Para mí, el romanticismo es un lenguaje que me gusta hablar con mis ojos, mis manos, y sobre todo, con mi mente, donde convierto un momento ordinario en algo extraordinario. Es lo que hago, es quien soy.

Ella no tenía tiempo para los tipos de gestos románticos que me gustan hacer, pero, de la misma manera, a ella le gustaba mi naturaleza romántica. Decía que si su hombre gobernara al mundo, sería sombrío y brumoso, y mientras ella no pudiera comprar lo que yo estaba vendiendo, seguramente no le gustaría el color de la pasión que yo exhibía.

Yo quería conseguir sus flores, en su lugar, ella quería aprender cómo cultivarlas por su cuenta. Yo quería llevarla a una cata de vinos, seguida por una noche en el teatro. Sin embargo, ella decía que el vino no era necesario, que el agua era suficiente y si ella quería ver a la gente fingiendo, se sentaría con su familia y vería a cada uno fingir que se querían.

Yo quería coger su mano, ella sólo quería ser tocada cuando la estaba follando, porque quería ser follada.

Ella disfrutaba con los roles definidos de una relación D/s sin que tuviera que significar algo más de lo que ella estaba haciendo en ese momento. Si estaba atada, era porque  ella había sido capturada con las cuerdas por alguien en quien confiaba para colocarla en esa situación. Si estaba siendo azotada, significaba que ella estaba siendo golpeada, porque le gustaba ser golpeada en un nivel físico puro, porque para ella, no significaba más que eso.

Para mí, si tenía que atarla, significaba que yo debería presionar con toda mi fuerza contra ella con cada nudo, y saborear la confianza que estaba depositando en mí. Sería una comida que saborearía despacio con cada trozo de cuerda atrapando su carne desnuda. Si tuviera que azotarla, sería una señal de reconocimiento y una forma de comunicación entre nosotros. Cada golpe, hablando lo que las palabras nunca podrían transmitir. Cuando finalmente, ella temblara como consecuencia de mis azotes, me alegraría verla en ese estado hermoso. Sería importante, significaría algo para mí, aunque no significara nada para ella.

Soy romántico y ella es realista.

Ella vive en la materia gris de todo y yo me coloreo, a propósito, con mis trazos de pintura, llenando de significado donde está ausente y dando nacimiento a momentos de magia.

Ella es quien es y la respeto. Soy quien soy y la deleitaba mucho.

A ella, no le iba el romanticismo, pero, sin embargo, gozaba de todo su color.

4 comentarios:

  1. No veo una buena compatibilidad, bueno como relación de juegos sexuales, bien, pero el que siente desde dentro, al final acaba necesitando que le correspondan de igual manera.
    Esta vez me ha sorprendido el relato, cambio de roles, ella realista, el romántico...Cerebro y Corazón, en su eterna lucha...

    Un Saludo.

    Brisa.

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    Respuestas
    1. No todos los seres humanos sienten de la misma manera y ven los sentimientos del mismo color.
      En la vida, hay de todo.

      Saludos

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    2. Por supuesto, sólo era opinión desde mi lado romántico, yo soy de sentires latentes.

      Pero lo importante es el vivir el instante, para que enredarnos en pensar más allá de esos momentos de vibrar de ambos.

      Saludos.

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