miércoles, 23 de agosto de 2017

Con cada parpadeo de mi tacto

Ella está echada sobre la mesa, desnuda, los ojos cerrados y su mente abierta para danzar con las llamas que amaba ser tentada.

Ella podía sentir el calor creciente cerca de sí misma, llamándola a través de su lengua crujiente. Es la pasión matizada de ámbar y coloreada por mi deseo, tan cerca de ella que, se levantó y arqueó su espalda, esperando que esta llama viva le besara su piel.

El calor del momento estaba haciendo que se empapara, causado por su energía pulsante, que pasaba de fría a ardiente. La forma en que se estaba derritiendo bajo mi mando, hizo que mi hambre ardiera más brillantemente por la emoción que emanaba una profunda necesidad de ser liberada.

Con cada parpadeo de mi tacto, causaba una sensación ardiente de pura sensualidad. Ella se movía al ritmo de mis llamas. La temperature entre nosotros era palpable y algo feroz. La energía en la habitación estaba a punto de explotar, cuando ella apretó mi piel y me perforó ligeramente con sus uñas. Ella gritó y se convulsionó en un cálido orgasmo, envolviéndola como una manta caliente.

Sudando, respirando con dificultad y viendo como si acabara de atravesar las llamas más profundas de su deseo, para alcanzar ese momento, y exhalar con su voz natural: “Dios mío, qué caliente estaba.”

El juego del fuego es divertido, especialmente, cuando la llama más caliente con la que estás jugando, es la que te está sometiendo.

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