miércoles, 16 de agosto de 2017

Fantasía mágica

Por favor, Señor. Venga aquí y cójame. Con besos derramados, calentada  y una sed inquebrantable. Para cubrirme con pasión, deslizándonos el uno contra el otro, como animales en celo. Piel caliente y sudorosa, con tono de fiebre.

Venga y cójame. Penétreme con precisión maestra, como la pasión que he leído, con la imaginación en llamas, pues no hay tiempo suficiente para llevarme a todos los lugares sabrosos de su mente.

Venga y cójame, Señor. Como una niña en una tienda de dulces, no sabe qué quiere más: Chocolate sedoso o suntuoso chicle de cerezas.

Para azotarme o acariciarme. Asfixiarme o canearme, amordazarme o hacerme llorar. Hacerme rogar o producirme dolor. Mi garganta, abierta de par en par, aún más.

Señor, esas son lágrimas buenas, que me gané una a una. No se sienta mal. Deléitese en su gloria. Rogué, ronroneé. Le seduje. Cogió mi regalo, hasta agarrarlo como suyo, y está libre para la siguiente toma.

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