Once días para el final…
“Estimado Señor…”
“¿Quieres correrte para mí, sumisa?”
“Sí, Señor.”
“Entonces, ¿por qué estás sentada ahí con las piernas tan apretadas?
“Hummm…”
“Córrete ahora, ábrete para mí…” él ronronea.
Ella separa un poco las piernas y se apoya sobre los codos.
“Más separadas, vamos, muéstrame tu coño bonito.”
Sus
palabras la excitan y responde, sus piernas se abren más… “Mmmmmm, un coño tan
hermoso y húmedo. ¡Qué buena zorra! Ahora frótate el coño para mí.”
Durante
un momento, ella duda y levanta sus caderas ligeramente, ofreciéndose a él. Éste
le sonríe y dice: “Pronto, pues quiero verte primero. Ahora, hazlo por mí.”
Sus
dedos recorren su estómago y el montículo de su pubis rasurado, y hurgan entre
sus delicados pliegues para encontrar ese trozo de carne dura y anudada.
Mientras lo roza con el dedo, su vagina se contrae ligeramente con la caricia,
pero, pasa los dedos más hacia abajo hasta encontrar su abertura. Ella ya está chorreando
humedad y él saca esa humedad pegajosa, de nuevo sobre su coño, y cubre su
clítoris palpitante con ella.
“¡Qué
buena zorra!” le gruñe. “Ahora ingéniatelas para correrte para mí.”
Él
presiona su clítoris más fuerte y lo hace rodeándolo una y otra vez con su
dedo. Las sensaciones dentro de su pelvis se están creando, pero está vacía y
su coño palpita para llenarse. “Por favor, Señor,” ella dice llorando. “Por
favor, tóqueme.”
Él
se ríe. “Todavía, no. Quiero mirar, y si haces un buen trabajo y te corres para
mí, entonces, podría tocarte. Ahora, vas a usar el dildo y consigue correrte, zorra
mía.”
“Mételo
dentro. Todo de un empujón.” Sus caderas se contraen y gime, mientras el suave
consolador presiona profundamente dentro de ella, tan adentro como puede. Y
luego, empieza a deslizarlo hacia dentro y hacia fuera, despacio al principio.
Relajándose en la sensación, pero su deseo de ser tocada no puede ser
satisfecho con esto y abre más sus piernas y ella le mira. Una vez más, le
suplica que la toque, que la ayude y la llene como sólo él puede.
“No,
puta, esta vez voy a observarte, y vas a hacerlo por mí. Ahora no me hagas
hacerlo de nuevo.” Mientras se mueve y gira entre sus muslos, cierra los ojos
brevemente, su mirada la siente cálida sobre ella y el nivel de su escrutinio
es casi insoportable. Ahora trabaja el consolador con más rapidez y su dedo
presiona firmemente contra su clítoris, ya hinchado por completo, pero esta
compresión final todavía parece eludirla, su mente está llena de pensamientos
sobre sus caricias y su cuerpo se está reprimiendo.
De
repente, ella puede sentir su aliento en su muslo y le escucha respirar
profundamente por la nariz. ¡Ahhh! Su olor es tan maravilloso que ahora se
corre para él, y por fin, puede verle pulsándola. Entonces, él besará su coño
como si fueran sus labios, saboreándola, lamiéndola y cubriendo su cara en sus
jugos, y luego, él besará sus labios y ella se probará a sí misma.
Los
ojos de ella se abren de golpe, mientras oye esas palabras y mira hacia abajo y
puede ver su rostro tan cerca de ella, tan cerca que puede sentir su aliento y
quiere tanto su boca sobre ella, tanto que empuja más el consolador dentro de
ella, ofreciéndole sus caderas.
“¡Vamos,
ahora, puta! No esperaré más.” Esas palabras de control son todo lo que ella
necesita, y grita su nombre, mientras su orgasmo se derrama a través de su
cuerpo y sus ojos arden con anhelo y deseo, mientras ella le mira y ve cómo se
lame sus labios…
Un bonito ritual lleno de complicidad, de deseo de complacer, complaciéndose.
ResponderEliminarSaludos
Como tienen que ser todas las entregas. El ritual es la estructura indispensable en cualquier sesión Amo/sumisa.
EliminarSaludos
Una entrega sublime...
ResponderEliminarQué alegría verte por aquí, Amowhor.
ResponderEliminarEs que la entrega mutua es indispensable para que cualquier relación se exitosa. Maxime en las relaciones D/s.
Saludos