Él aparta el
pelo de su cara y lo engancha detrás de su oreja. Con una mano, inclina su
barbilla hacia arriba y con la otra, la acerca más a Él. El calor de su tacto
en la parte baja de su espalda confunde a su cuerpo, e instintivamente, ella se
recuesta en su tacto, pero todo esto hace que él se acerque más a ella.
El tirón de
su pelo es agudo, la hace jadear. Mientras Él aplica presión, la única defensa
de ella es doblar sus rodillas. Ve su sonrisa parpadear en sus labios, mientras
lentamente la hunde más y más abajo, frente a Él, hasta que al final, ella está
arrodillada ante Él. Le suelta el cabello, pero mantiene su cabeza hacia atrás. Sus ojos nunca dejan a los de Él.
Él desabrocha
la cremallera de su pantalón.
Ahora, la
boca de ella anhela algo diferente. Ya no espera a besarse, ahora espera a ser
llenada. Puede sentir la saliba inundar su boca. La vista de su falo a
pocos centímetros de su cara, le provoca el hambre para ser alimentada. Ella
abre su boca de par en par, suplicándole en silencio que la use. Mientras lo
hace, una gota de humedad cae de su lengua.
“Siempre
mojada,“ ella le escucha murmurar.
Y tiene
razón... pues cuando piensa en Él tocándola, siempre se humedece.
Sus labios
casi tocan a los de ella, están tan cerca que puede sentir el calor de su
aliento en ellos. Quiere que la bese. Ella cierra los ojos con anticipación...
El beso no
llega.
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