Eso
no duele.
La exploración erótica de una relación Dominante/sumisa desde la perspectiva de un dominante
martes, 31 de enero de 2017
Amor y odio
Me
encanta cómo me haces sentir
Odio
cómo me haces sentir
Me encanta cómo sabes todas las palabras que tienes que decir
Me encanta cómo sabes todas las palabras que tienes que decir
Odio
cómo sabes todas las palabras que tienes que decir
Me encanta cómo puedes verme por dentro
Me encanta cómo puedes verme por dentro
Odio
cómo puedes verme por dentro
Me encanta que me trates como si fuera frágil
Me encanta que me trates como si fuera frágil
Odio
que me trates como si fuera frágil
Me encanta que atesores mi corazón
Me encanta que atesores mi corazón
Odio
que atesores mi corazón
Me encanta que sepas exactamente lo que necesito
Me encanta que sepas exactamente lo que necesito
Odio
que sepas exactamente lo que necesito
Me encanta que tires de todas mis cuerdas
Me encanta que tires de todas mis cuerdas
Odio
que tires de todas mis cuerdas
Amo odiarte
Amo odiarte
lunes, 30 de enero de 2017
La experiencia hace al Dominante
“Siempre
estoy haciendo lo que no puedo hacer con el fin de que pueda aprender a
hacerlo.”
¿Quieres
aprender a ser una amante, amor? Haz que tu corazón se rompa, búscalo muchas
veces y consigue llevarlo al punto de euforia pura, sólo para ser arrojado
constantemente al abismo del dolor. Sientes como si nunca fueras a amar de
nuevo, busca a la persona que te haga sentir mejor de lo que pensabas que
podrías. Que hagas todo el camino, no decir que te aman, sino muéstralo a
través de tus actos afectivos y bondadosos, cuya naturaleza romántica viene en
el momento adecuado, pues incluso, en medio de una mañana mundana, te puedes
sentir querido y en casa con ellos.
Tú
quieres ser dominante. Entonces, domina a alguien. Comete errores, siente
inseguridad, olvida lo que has planificado y no vivas a la altura de todas las
expectativas que tienen de ti. Aprende de lo que las gustan, dále a ella un
momento tan rico de pasión que, al día siguiente, siga todavía temblando. Dile
que haga algo y observa su obediencia, porque has puesto todo el tiempo, el
trabajo y te has ganado su confianza, y su cuerpo. Su sumisión es tuya.
Siéntete conectado a tu sumisa, como no sabías que era posible. Tú quieres eso.
Entonces, en primer lugar, tienes que fallar, dado que no hay ningún sustituto
de la experiencia.
Tú
quieres ser sumisa. Sométete, tienes menos experiencias de las que estabas
deseando. Sé desafiante y bravucona. Procura ser azotada desde una manera suave
a fuerte. Desde unos breves azotes a un tiempo prolongado. Sé pesada comunicando
tus necesidades. Conviértete en la sumisa que quieres ser, observa que tu reto
se va disipando. Haz que los momentos que golpean tu mente se alejen y déjalos
a la deriva en las regiones profundas del subespacio, donde entras en éxtasis
como agua caliente que cae de una ducha y deja que corra por tu piel sedosa,
todavía excitada y roja, de unos recientes azotes. En tu sumisión, siéntete en
casa y aprende cosas sobre ti misma que no sabías que estaban enterradas en lo
más profundo de tu ser. Cosas que te dejan confundida y ligeramente
avergonzada, ahora que las abrazas, como el abrazo de una vieja amiga. Siéntete
conectada a tu Dominante como nunca has estado conectada a ninguna otra
persona.
Cualquier
cosa que quieras tener para estar dispuesta a ponerla en el tiempo y esfuérzate
en manifestarla. Nadie es maestro en su oficio sin esforzarse en dominarlo.
Ningún talento natural puede sustituir al esfuerzo duro. Quieres la relación
D/s de tus sueños, entonces, es mejor empezar, porque va a ser un viaje lleno
de baches, pero te prometo que te va a encantar, cuando llegues allí.
Suerte.
domingo, 29 de enero de 2017
La dominación: Su droga
El intercambio de poder obliga a una sumisa
de una manera que es totalmente ajena al resto de sus experiencias. Los implementos y juguetes,
látigos y sadismo la dejan, fría si no hay un intercambio de poder que conduzca
a su uso. No es una sensación, ni dolor ni esclavitud lo que la hace sentir. Es
el poder de su Dominante.
La BDSM
clásica no les va mucho a algunas sumisas, porque no tienen ni una pizca de respeto por el
sadomasoquismo ni las ataduras, si no es con dominación y sumisión. ¿Cuál es el
intercambio de poder que las obliga? Intentar resolver ese rompecabezas durante
algún tiempo, no siempre lleva a encontrar una respuesta.
Una vez,
conocí a una sumisa que era feminista accidentalmente. Era fuerte y muy auto
suficiente para vivir feliz como persona soltera durante el resto de su vida. Recuerdo
que me dijo: “No necesito a un hombre, pero dáme a alguien que sepa usar su
poder y necesite convertirse en mi forma de vida.”
Resulta
que, conoció a un hombre que tenía el suficiente intelecto para tratarla como
una marioneta, sin que ella fuera consciente de lo que él estaba haciendo. La manipuló
de tal manera que, ella ni se dio cuenta de que había estado tirando de sus
cuerdas justo hasta antes de su gran final. Cuando ella vio su genio puro, ya
estaba preparada para dejar un centenar de límites. La mente era la puerta. Era
la única puerta que existía para su sumisión.
Ningún trabajo
de cuerdas o ataduras de fantasía la ganarían nunca, porque si no necesitas
cuerdas o restricciones para doblegar su voluntad, cuando las uses, ganarán
sentido. Se convertirán en canales de dominación.
“¿Y la
dominación?” le pregunté.
“Esa es
la mejor droga en esta tierra. Puedo viajar sobre ella durante meses,” me
contestó.
“¿Cómo
tiene que ser ese intercambio de poder para que te obligue? ¿Es tu atracción
por el saber, la inteligencia y la imaginación de un dominante?” Insistí
preguntando.
“No. Un
hombre tiene que interpretar a una mujer como un instrumento, que pueda
elevarla sobre una nota y dejarla caer tan rápidamente como usa su mente, de la
misma manera que otros usan sus manos. Mi cerebro es la parte más sensible de
mi cuerpo,” respondió.
Un hombre,
que juega con una mujer como si fuera un instrumento, es también un caballero
para coger y conseguir lo que quiera de ella. La mujer suele llevar sus
instintos básicos al primer plano y no hay nudos en esta tierra que pueda sacar
lo corrupto de ella. No suelen respetar a un objeto inanimado. No pueden
confiar en ello o encontrar allí la intimidad.
Al final,
la mujer quiere ver quién es un dominante. Quiere que él vea quién es ella. Ese
es el punto de vista de todas las relaciones y, entonces, el intercambio de
poder se amplifica exponencialmente. Al estar tan cerca de alguien, ¿cómo no va
a poder una mujer dejarle que coja su lado depravado, el cuál suele estar
enterrado tan profundamente que no le había dejado salir durante décadas, por
ejemplo? Ese lado depravado es el que ni siquiera las mujeres suelen saber que
existía. No, hasta que alguien abra la puerta.
sábado, 28 de enero de 2017
La ruptura de una relación D/s
Este no
va a ser un artículo sobre mi vida, aireando mis trapos sucios. Siento
decepcionarte, si es lo que esperas. Este artículo va a tratar sobre algo de lo
que no se habla con frecuencia, es decir, sobre el nivel de dolor asociado con
la disolución de una relación D/s. Tal vez sea, porque mostrar las emociones no
es algo que un Dominante airee y parezcan suaves. No lo sé.
Vamos a
decir que es devastadora. Una sensación muy mala y más brutal que cualquier
divorcio. La razón de ser es el nivel de intimidad. Cualquier persona,
comprometida en una relación D/s a largo plazo, puede atestiguar que el nivel
de intimidad, confianza y comunicación es sin igual y no se puede duplicar o
conseguir en una relación vainilla.
Cuando
alguien te ha entregado su dominación sobre tu cuerpo, tu bienestar y tu
seguridad emocional, que es un nivel de compromiso profundo, exige una gran
atención del uno hacia el otro. Lo he dicho antes y lo diré de nuevo, la razón
por la que una relación D/s es tan diferente de una vainilla es, porque en una
relación vainilla, puedes coexistir dentro de los parámetros de la relación.
Mientras que en una relación D/s, ambos se convierten en los parámetros y los
dos tienen que existir dentro de una dinámica que está dentro de sus mismas
interacciones. Simplemente, tú no puedes coexistir, la propia relación te
fuerza a convertirte en algo más que dos personas, te conviertes en una persona
dinámica que no puede existir sin el esfuerzo continuado y consciente de ambas
partes.
Has
conocido a parejas vainillas, que han llaneado sin tener muchas interacciones,
y luego se juntan esporádicamente y su relación continúa.
Visto
que eso no puede suceder en una relación D/s sin que se desmorone sobre sí
misma y deje de existir, se necesita un esfuerzo constante para mantener la
dinámica viva y accionable. Sin esa participación constante, sencillamente, la
relación deja de existir.
De tal
manera que, el nivel de intimidad, que es hermoso cuando la relación va fuerte,
es terriblemente devastadora, mucho más allá de lo que las palabras puedan
expresar, cuando se rompe.
Ella llega
a ser mucho más que tu sumisa, se convierte en tu mejor amiga, tu amante, tu
familia y ella es, indudablemente, tu sumisa de verdad, y te llegas a sentir
constantemente comprometido en esa dinámica sutil, o aparentemente todo, en
todo momento.
Perder eso,
no es perder literalmente un trozo de ti mismo. Pierdes tu amor y tu mejor
amiga. Dos cosas que no sólo romperán el corazón de cualquier hombre, sino que,
además, de perder eso, también perderá a una sumisa de la que usted era
responsable y, de cuyo servicio y entrega a usted, le reportaba mucho placer,
alegría y el propósito de que era devastadora. Pensar en que estará arrodillada
ante otro dominante y ser azotada, es peor que pensar en ella teniendo
relaciones sexuales con un hombre vainilla.
Por lo
tanto, sí, la D/s puede hacer que una pareja se sienta más unida y cercana que
una pareja vainilla normal, romper esa dinámica de intimidad, aparte de ser tan
dolorosa como increíble, quiere decir, que va a doler tanto como le duele a una
madre parir.
viernes, 27 de enero de 2017
Expectativas ambiciosas
“No soy
lo suficientemente bueno,” es uno de los peores pensamientos que pueden
estallar en tu cabeza. La mordaza de la inseguridad haciendo que sientas menos.
Nunca sientes que puedas cumplir las expectativas de los demás o las tuyas
propias. La falta de confianza es el talón de Aquiles de una personalidad
dominante. Supongo que debo estar seguro, un líder natural, y deberíamos saber
siempre cómo responder ante una situación dada. Bueno, tal vez, haya que darle
una patada en el culo a los dominantes que nunca pierden su fanfarronería y que
siempre van un paso por delante y seguros de sí mismos. No soy uno de ellos.
En mi última ruptura – hace ya algunos años -, me cuestioné a mí mismo, como hombre, amante y dominante. Actualmente, en mi corazón, sé que soy una persona buena, un amante apasionado y un dominante sensual y erótico. Pero, en mi cabeza, no me siento perdido ni roto, ni que mi estatus sea menor y que nunca voy a ser lo suficiente bueno para alguien. Puesto que es un pensamiento negativo y no uno que vaya a ser atractivo para cualquier persona. Y la negatividad no va conmigo, pero que, en casos similares, invade a muchos dominantes.
Hay un dicho estereotipado que dice: “Para amar a alguien, primero debes amarte a ti mismo.” Como ha sido citado hasta la saciedad, todavía mantiene una verdad profunda. Para mí, siempre lo tomaré para dar un paso más allá, con el fin de dominar a alguien. Primero, para controlar mi posible inseguridad – que no es el caso - y ser capaz de interactuar desde un lugar de fuerza. Porque más que cualquier acto pervertido que lleves a cabo, más poderoso que cualquier golpe que puedas darle contra su culo, más vinculante que cualquier nudo que puedas hacer, la fuerza va a ser la base de tu posición dominante. En este momento, soy cualquier cosa menos débil.
Todos tenemos ideas, pensamientos, metas y necesidades que queremos de alguien y de nosotros mismos. Uno de las peores sensaciones en el mundo es, cuando sientes como si nunca estuvieras a la altura de sus expectativas o de las tuyas.
La única cosa que puedes hacer cuando sientas la sensación de inseguridad, es buscar la fuerza que está dentro de ti. Porque un león, es un león, incluso en los días que se siente como un gatito. Por eso mismo, siempre me tomo el tiempo que sea necesario para que mi propia confianza no decaiga. No tengo otra opción para ser quien soy.
En mi última ruptura – hace ya algunos años -, me cuestioné a mí mismo, como hombre, amante y dominante. Actualmente, en mi corazón, sé que soy una persona buena, un amante apasionado y un dominante sensual y erótico. Pero, en mi cabeza, no me siento perdido ni roto, ni que mi estatus sea menor y que nunca voy a ser lo suficiente bueno para alguien. Puesto que es un pensamiento negativo y no uno que vaya a ser atractivo para cualquier persona. Y la negatividad no va conmigo, pero que, en casos similares, invade a muchos dominantes.
Hay un dicho estereotipado que dice: “Para amar a alguien, primero debes amarte a ti mismo.” Como ha sido citado hasta la saciedad, todavía mantiene una verdad profunda. Para mí, siempre lo tomaré para dar un paso más allá, con el fin de dominar a alguien. Primero, para controlar mi posible inseguridad – que no es el caso - y ser capaz de interactuar desde un lugar de fuerza. Porque más que cualquier acto pervertido que lleves a cabo, más poderoso que cualquier golpe que puedas darle contra su culo, más vinculante que cualquier nudo que puedas hacer, la fuerza va a ser la base de tu posición dominante. En este momento, soy cualquier cosa menos débil.
Todos tenemos ideas, pensamientos, metas y necesidades que queremos de alguien y de nosotros mismos. Uno de las peores sensaciones en el mundo es, cuando sientes como si nunca estuvieras a la altura de sus expectativas o de las tuyas.
La única cosa que puedes hacer cuando sientas la sensación de inseguridad, es buscar la fuerza que está dentro de ti. Porque un león, es un león, incluso en los días que se siente como un gatito. Por eso mismo, siempre me tomo el tiempo que sea necesario para que mi propia confianza no decaiga. No tengo otra opción para ser quien soy.
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