Estabamos enredados en su cama,
en un charco de pasión. Sudor fuerte, al igual que nuestra respiración. Yo
estaba manipulando su vagina con toque suave. Los gimoteos y jadeos al respirar,
me taponaban los oídos con los sonidos de su suculento placer.
Estaba tirando de ella, tratando
de acercarla más de lo que estaba físicamente posible.
Todo diversión y juegos hasta
que su mano encontró su camino hacia mi pene y mi mano encontró su garganta.
Cada golpe contra mi polla hizo que el animal sádico que vive dentro de mí
gruñera, estaba clavándose dentro de mí y sería maldito, si ella no fuera a
sentir el empuje de mi bestia necesitada.
“Necesito hacerte daño,” dije
con un tono serio, que hablaba como si fuera crítico, que esta cogida tuviera
lugar. Correcto, jolines, ¡ahora!
“Señor, usted puede hacerme
daño,” ella replicó rápidamente, sintiendose excitada ante la posibilidad de
ser azotada y la sensación de que lo necesitaba.
Con mi mano en su garganta y,
tendido junto a ella, la giré sobre su estómago y rápidamente empecé a azotarla,
calentandola con golpes, desde ligeros a medianamente intensos, contra su
delicioso y hermoso trasero, hasta que estuviera preparada para los más fuertes.
Aquellos excitantes gemidos que emitía con cada azote que recibía, mientras mi
verga, todavía expuesta, se frotaba contra su muslo externo, era música para
mis oídos.
Por mucho que yo estuviera
disfrutando al azotar su hermoso trasero, necesitaba que ella viera lo mucho
que me gustaba.
Mi mano pasó de su cuello a la
parte posterior de su cabeza para agarrar un puñado de pelo y conseguir su
atención total. Ella me miraba con una expresión en blanco, que hablaba de no
estar ausente, sino de estar justo, donde ella necesitaba estar. Le hice
mantener los ojos abiertos y le dije que los mantuviera mirando a los míos.
Miraba a mi alma, mientras la
azotaba. La estaba observando, me observaba y era un momento de una conexión
intensa, de un lenguaje tácito que era oído fuerte y claro.
“Quiero que me mires mientras te
azoto, quiero que veas lo mucho que estoy disfrutando esto. Quiero que entiendas
que esto no es lo que yo quiero, sino que necesito hacerte daño.”
No sé lo que ella encontró más
erótico, si mis besos, mis cachetes contra sus nalgas suaves, expuestas e
increíblemente redondas, o ver cómo mi lado de bestia era alimentado.
Sé que mi parte favorita era el
hecho de que yo fuera capaz de decirle que ella necesitaba que le hiciera daño
y que se sientiera lo suficientemente segura, como para ofrecerme su cuerpo,
para que yo hiciera precisamente eso.
Mmm hablo por mí.. El ver que soy necesaria para el otro. ser su placer y a la vez dárselo porque es lo q más deseo
ResponderEliminarPauladark
Uffffff....estás palabras me han hecho recordar momentos que pasé con mi Amo.
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