Aquí, en las horas bajas de la puesta de
sol, me preguntas, con el ardor y la necesidad en tus ojos, un sorbo de dulce
discordia y juego en tu voz.
“¿Qué diablos quieres?”
Enciendo una vela y comparto una aureola
de luz amarilla contigo, dos caras en llamas, cuerpos ocultos en la niebla que
precede a la revelación. ¿No son las respuestas ya evidentes en la forma con
que te miro? Me pregunto. Pero éstas son nuestras vidas, la claridad es
primordial y oirás mi respuesta, chica.
“¿Quiero
tus labios?”
Suculentos como las fresas y bañados en
crema dulce. Mendigando por la fiesta, mientras juegas con fuego, los devoraré.
Robándolos, si es necesario. Degustando todos los plumps de ciruela. Mapeando
cada línea sutil, bebiendo en tu néctar antes de quitar el control de la lengua
ansiosa.
¿Quiero
tu cuerpo?
Curvas hermosas desafiantes. Definición:
que tientan con una gravedad tan severa como para tirar... ¿de los pensamientos
de un hombre hacia el pecado? Lo sabré desde la línea de tu hombro a tus
flancos sensibles, la parte baja de tu espalda y todo lo demás. Me imprimiré
sobre ti, marcándote en sutiles maneras dignas de susurros. Cuando haya
terminado, comprenderás que con un simple toque puedo iniciar un fuego.
¿Quiero
tu coño?
Esos pliegues dulces de carne tierna. Tu
clítoris esperando a alguien que comprenda su lenguaje, sin miedo, para
explorar sus profundidades con intrepidez. Te llevaré. Estas manos, que han
sembrado y cosechado, te mostrarán esta piscina de eyaculación femenina que es
sólo un comienzo. Te follaré con la rabia tierna y pensativa. Tú no sabrás cómo
se siente al ser llenada, pues, más bien, vas a ser poseída. Tus gritos no me
disuadirán.
¿Quiero
controlarte?
Dominar una voluntad que sólo conoce
desafíar y triunfar. Un alma que comprende el valor de sí misma, que valientemente
permanece donde muchas han caído. Lo haré con la creatividad y el deseo, con mis
esfuerzos, diseñados solamente para fortalecer. Sin miedo a entrar en las
llamas y bailar contigo. Cada cadena, atadura, golpe e invasión serán un
testamento a nuestra voluntad de proclamar nuestra libertad.
“Esto es lo que quiero al follarte,”
respondo, mi mirada inquebrantable. “Te cogeré. Te follaré con tal fuerza que
las paredes se colapsarán alrededor de nosotros. Serás mi verso y tus gritos y
convulsiones puntuarán cada línea. El libro que escribo sobre tí será sólo mío,
para leerlo, corregirlo y mostrarlo.”
“Pero,
primero, quiero tu corazón.”
Como los enigmas del placer que carecen
de valor sin la piedra angular que los hacen significativos.
Increíble...:). A
ResponderEliminarMuy de acuerdo con el anterior comentario.
ResponderEliminarAnacoreta