miércoles, 25 de enero de 2017

Esos hermosos y malditos ojos

Cierro mis ojos y los veo. Esos hermosos y malditos ojos de ella, mirándome con asombro y haciéndome señas para excitarme intensamente. En medio de su sumisión, donde encontró un lugar de auto aceptación de sí misma, de la belleza y el propósito, sus ojos se hacen más pronunciados, con un brillo resplandeciente, al igual que el sol, reflejándose contra una joya preciosa. Cegadora, pero yo no podía apartar la mirada.

Su cuerpo era increíble y, a menudo, lo utilizaba de una manera violenta e intensa para mi placer. Su mente era un paraíso de pensamientos, donde, con frecuencia, yo me sentía perdido, y teníamos una conexión a tal nivel intelectual, que rivalizaba con nuestra danza decadente de sexualidad que ambos nos emprendíamos. Su culo era tentador, especialmente, durante los azotes, donde observarlo cómo se enrojecía y verlo moverse ligeramente, desde su anticipación por el próximo golpe, era un momento de puro placer. Pero, eran esos ojos malditos y hermosos los que me podrían detener en seco. Los que podrían doblegar mi voluntad dominante y hacer que deseara besarla.  Verlos brillar junto a su sonrisa, era como tener mi propia sinfónica personal para tocar la música más profunda, el movimiento de la pasión, porque sus ojos eran retratos de un mosaico clásico de perfección.

Sus ojos hablaban sin palabras y nunca he oído a nadie con tanta claridad. Sus ojos hablaban de historias de dolor de corazón, propósito y placer a través de muchos viajes a por ellos. Llegué a conocer un alma que, simplemente, era hermosa. Ella era mi hermosura y cada vez que cierro mis ojos, vuelvo a ver esos ojos hermosos y malditos mirándome. Una visión así, no se olvida fácilmente  y soy una persona mejor por haber tenido el privilegio de que me haya permitido mirarlos, y nunca, seré el mismo hombre que era antes de verlos por primera vez.

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