Ella ya no le echa de menos, sólo extrañaba no ser de alguien. ¿Quién era
ella sin que nadie le dijera de quién era? Es lo que pensaba de sí misma, a
pesar de que sabía que era una forma malsana de ver su identidad. Ella había
sido de alguien durante tanto tiempo que, estar sin eso, era como tener un
rostro y no reconocer su propia imagen en el espejo. Es una tortura horrible
cuando no te amas a ti misma, pero es una tortura mortal cuando ya no te
conoces a ti misma.
La cosa es que ella lo intentó varias veces. Siempre dándolo todo, su
confianza, su cuerpo y amor solamente para ser maltratada o abandonada o ambas
cosas, una y otra vez. Lo que sucede cuando te entregas a alguien de esa
manera. Cuando ellos te dejan, tú no recuperas nada. Una parte de tí está
siempre con ellos. Mantienen esa parte tuya para siempre y la parte ingrata es,
que sólo te quedan una ciertas partes para dar. Llega un día, en el que has
sido abusada, maltratada y abandonada sin motivo, tantas veces que,
literalmente no puedes amar de nuevo. No tienes nada más que dar. Tu confianza
y voluntad de estar en una posición de vulnerabilidad ya no existen. En su
lugar, hay una pared que ya nunca será escalada.
La mujer de la que hablo todavía tiene pedazos para dar. Pero quién sabe
cuántos y ella tiene miedo de que parta otra pieza, porque ahora sabe lo
escasas que realmente son.
Ella quiere un dominante que la posea con amor. Quiere servir para que
pueda ser apreciada. Quiere someterse para poder encontrar su sitio en el
mundo, bajo su dominación. Quiere amar para ser amada, ser conocida, ser
poseída y, por última vez en su vida, poder estar en su casa para permanecer
días en el confort de su unión.
Con el fin de conseguir ese sitio, no se trata simplemente de encontrar al
dominante apropiado. Se trata de dejar las piezas que nunca más van a volver.
Esas piezas que la llaman por su nombre en las noches más solitarias, que nunca
serán nuevamente de ella, que siempre serán de otros. Pero, ella todavía tiene
mucho que ofrecer, mucho que dar. Necesita justo reconocer su valor y sólo
servir a alguien que la valore y que nunca trate de desmoralizarla o disminuir
su valor, como una manera de ejercer el control sobre ella, como algo que ha
hecho antes. Ella no quiere repetir el pasado, sólo quiere ser inspirada por
alguien para que pueda ver el futuro que se mueve.
Ella quiere amar, servir y, a cambio, quiere ser cuidada y el amor
recíproco en un intercambio diario de belleza, ideas y deseos mutuos para
realizarse constantemente. Porque ella no quiere ser algo de alguien. Ella
quiere ser “Ella,” de alguien y quiere que signifique tanto como él significa
para ella.
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