sábado, 13 de mayo de 2017

La elección

“Es tu elección: ¿Cinturón, flogger o paleta?”

Sus palabras iban y venían por la cabeza de ella. Sintiéndose mareada por la excitación, habían pasado semanas desde que recibió esta clase de aviso. Ella tenía que tomar una decisión. Siendo la mocosa codiciosa que era, eligió la paleta.

Ella sabía que, con el cinturón, él solamente permitiría diez azotes. Con el flogger, veinte latigazos, pero con la paleta, la azotaría todo el tiempo que él quisiera. Su frustración ante la risa de ella, cuando aplicó ese implemento que le gustaba más que ninguno. La última vez que había usado la paleta, su ira había ganado. La tiró por la habitación antes de que él se quitara el cinturón y le mostrara quién estaba al cargo. En la próxima sesión, ella sólo podía esperar que fuera una deliciosa repetición.

Ella se acostó en la cama desnuda, excepto con un par de calcetines. Sus calcetines favoritos. Calcetines tobilleros blancos con un lazo de encaje que se dobaba hacia abajo. La paleta descansaba junto a su cadera. De las tres que tenían, esa era su favorita. Azul de media noche, casi mateada de negro. Hecha de cuero, con unos remolinos salientes muy bonitos. Era pesada y gruesa. Apenas se doblaba al agitarse. Ella sentiría toda su longitud contra su piel sensible. La idea empezó a excitarla y movió sus caderas contra las sábanas, de algodón suave, debajo de ella.

La puerta se abrió y cerró con un click detrás de ella, pero no se volvió para mirar. Inmediatamente se puso de rodillas y arqueó su espalda, levantando su culo hacia arriba. Su toque era tierno. Sus dedos acariciaron suavemente las curvas de porcelona que pronto serían carmesí. Las puntas de sus dedos romos se deslizaron entre sus hendeduras. Moviendo su dedo medio contra su centro nervioso, haciendo que la humedad se deslizara de sus labios, esperando. La muñeca de su otra mano rozó su cadera al coger la paleta. Centrada más en el movimiento de su mano, cerró los ojos con fuerza.

Su dedo medio se deslizó lentamente desde el nudo hinchado de su clítoris para introducirse ligeramente por su jugosa vagina. Un nudillo profundo y sus paredes interiores ya estaban cerrándose alrededor del dedo, introduciéndolo más adentro. El toque era ya demasiado rápido para su gusto, mientras sacaba su dedo para continuar su viaje hacia arriba. La punta húmeda presionaba en la estrecha roseta de su ano para darle un momento de afecto antes de que quitara su mano por completo. Ahora, despojada de su toque y caricia, se estremeció por la súbita frialdad.

 “Espera princesa. Va a ser una noche larga.” Ella no quería saber cuándo caería el primer cachete picante. Así pues, deseó que sus ojos no se abrieran. Para no mirar en el espejo que estaba frente a ella. A la imagen de su antebrazo. El puño firme, abrazando con fuerza las paletas. Ella no pudo evitar contener la respiración, esperando el primer golpe amoroso del cuero. Ese beso tan seductor.

“Sí, Amo.”

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