jueves, 18 de mayo de 2017

El puzle del amor y el masoquismo

La D/s tiene una manera de escabullirse dentro de ella y dice: “Aquí está el más inocuo intercambio de poder al que podrías llegar, pero, de todos modos, te va a encantar.” Ella daba por hecho que la palabra de seguridad en las sesiones la desnuda y espera en la escalera para él, mientras éste se bebe una taza de café y lee sus emails. Cualquier persona ordinaria considera esto una grosería. ¿Ella? Cuanto más tarde, más caliente estará. Luego, entonces, hay dolor. ¿Por qué es precisamente tan sexy? ¿Por qué le gusta tanto hacerle daño a su sumisa? ¿Qué hace para que los azotes sean tan intensamente sexuales?

 

Si alguien llega a una explicación lógica, le regalaré una tarrina de un buen helado por cada palabra.

 

Para ella, es imposible intelectualizar sobre el BDSM sin ver lo absurdo en las cosas que disfruta, pero, en definitiva, se divierte mucho más que esas personas en cualquier red social. Las parejas vainillas tienen alrededor de veinte maneras diferentes de variar su sexo en la oscuridad. Con toda probabilidad, los dominantes y las sumisas tengamos más de cincuenta mil. La limpieza después de una sesión es como ordenar los juguetes de un niño: Los juguetes, ¿dónde ponemos esos malditos juguetes?


El Dr. Google me dice que entre el 10 % y el 30 % de los adultos participan en el sadomasoquismo. Por lo cual, el dolor claramente sexualizante no es tan inusual. Lo que nadie puede decir, es por qué, más allá de la variedad del trauma de la tragedia infantil, creo que es un policía.

 

Una teoría dice que el sadomasoquismo da un escape a las sumisas desde sus identidades ordinarias. Pero, yo llamo mierda a todo eso, porque, en realidad, hace lo contrario: La acerca mása hacia sí misma, hacia su propia vida y hacia su pareja dominante y sádica. Simplificándolo con un ejemplo, si ella se siente disociada, la forma más rápida de volverla a su realidad es con un cinturón. Si ella se siente alejada de su dominante, la manera de más fácil de retornarla a la intimidad, es con un intercambio de poder con su dominante. Si se siente despreciada, la manera más efectiva de hacerla sentirse amada es que su dominante la ponga sobre su regazo.

 

Parece terriblemente anti intuitivo, pero si ella profundiza en poco más, tiene sentido en su forma extraña. La D/s no sucede, a menos, que ella sea relevada de sí misma en toda su cruda autenticidad y lo mismo vale para su dominante. No hay manera de que él se sienta lo suficientemente vulnerable para levantarle una mano, si se está sintiendo inseguro en su relación con ella.

 

Los dominantes que recibene una alegre y malvada patada por lastimar a sus sumisas son sexys para casi todas las sumisas, porque ellos están en contacto con sus instintos, pero el dolor también les llevan al momento presente. Potencian a todas las sensaciones que siguen. Esto hace que el sexo se sienta un millón de veces mejor, aunque, el masoquismo requiera confianza, y eso es el afrodisíaco más poderoso que casi todo lo que está en este bello planeta azul. Excepto, el Amor.

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