viernes, 5 de mayo de 2017

La danza

La belleza de la danza del sadomasoquismo. Íntima. Graciosa. Poderosa. Y, sin embargo, primordial en tu mismo triángulo más sensual.

El ritmo empieza lentamente. Con tranquilidad. La masoquista y el sádico entran en un espacio que les permite bloquear todo alrededor de ellos. A medida que el ritmo se acelera, la respiración también se acelera. Le susurro en su oído. Su corazón latiendo. No hay nadie más en la habitación. Desnudando nuestras necesidades más íntimas… para el dolor y la liberación. Brutas, pero hermosas. Uno, dos, tres, cuatro… los golpes, ahora ruidosos.

“Baila conmigo. Siénteme mientras te golpeo, mientras absorbes… todo lo demás es ahora una nebulosa. Estamos centrados el uno en el otro. Llora por mí, desnúdame tu alma, no te detengas, porque te atraparé cuando caigas.”

Y cuando este baile te haya liberado, y justo, cuando el ritmo se ha intensificado, ahora se calma. Dos personas en la angustia posterior. Envuelta en el calor de mi brazos, te sostengo y te digo, lo maravillosa que es nuestra danza.

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