La D/s crea más intimidad de la que una mujer
pueda encontrar en una relación vainilla. Sólo tiene un requisito. La exige
poner toda su alma al desnudo. Le exige ser lo más instintiva posible.
Requiere que revele todo sobre ella, porque
esa es la única manera con la que se puede construir la confianza, y el
intercambio de poder exige una confianza desgarradora de las partes que están a
ambos lados de la barra. Generalmente, la mayoría de las sumisas lo saben, pero
a menudo, dos pequeñas palabras las acosan: La vergüenza y la timidez.
La sumisión de la mujer viene con cientos de
etiquetas. Pueden ser una sumisa de servicio, una sumisa sexual, una masoquista
y, por supuesto, la mayoría, inteligentes. Pero también, muchas, condenadamente
tímidas. Por lo general, se conocen por dentro y por fuera, pero, les cuestan
articular lo que quieren y necesitan. Suelen un tipo de persona que se toman un
respiro antes de decir una frase, sólo para dejar todas esas palabras no
dichas. Son lo suficientemente brillantes, pero estarán condenadas, si, a
veces, no ven a su dominante, y le esperan para que lea su mente.
La
sumisión es algo rara. La sumisa no puede hacerse totalmente impotente porque,
entonces, no tendría poder para intercambiarlo. Eso viene con un efecto extraño
secundario, aunque: Contra más poder le entregue a su dominante, más poderosa se
convierte en su vida vainilla. La D/s es intensamente liberadora, pero es
imposible tener una dinámica consistente y sólida, si la timidez y la vergüenza
están obstruyendo las aguas.
Aquí es
donde la perversión se convierte en una fuerza curativa: A pesar de lo mucho
que la sumisa suele despreciar el intercambio de poder como terapia, no puede
negar lo que añade a su confianza cada día. Si pudiera embotellarlo y venderlo
como una droga, ganaría el suficiente dinero como para comprar esa cabaña en
medio de la nada con la conexión perfecta a Internet. Lo perverso es
terapéutico y tanto como suelen negarse a ir al psiquiatra o al psicólogo, cada
día borra un poco más su timidez.
Si
excusas el cliché, los secretos te mantienen enferma y si eres capaz de tener una
relación D/s segura y profunda sin compartir todos tus secretos, te comerás tu
teclado con un buen potaje y un buen vino. Simplemente, no creo que sea
posible.
Sólo
cuando compartes tus secretos, es cuando encuentras aceptación, y esa es la
única cura que conozco para la vergüenza. Elimina la vergüenza, y la timidez
empezará a disiparse. Si un dominante te hubiera dicho al principio de tu
relación que la D/s era tan poderosa, le hubieras dicho que era un idiota, pero,
con el Dominante adecuado en tu vida, lo es. La intimidad y la confianza valen
una década de terapia.
Todo
esto significa la idea que tienes de un dominante auténtico, no es alguien que
está frunciendo el ceño durante todo el día y, además, coma vidrio en la cena.
Una sumisa nunca podrá mantener una dinámica sonora de la D/s con un tonto del
culo y con los ojos acerados, porque no revele todo lo que es a una persona
no fiable. El Dominante, con D mayúscula, es un oso gigante de peluche y tiene
que ser capaz de acceder a tus necesidades. Él es alguien que llora con las
películas y duerme con su perro.
Interesantísimo tema y encantada de leerte, como siempre. Sin embargo creo que hay un error en el último párrafo, pues se repite el párrafo anterior, y la verdad que sería genial poder saber cómo culmina tu post. Un placer leerte, Ben Alí, cada vez.
ResponderEliminarSí, Rocío, efectivamente, he cometido un error. Lo acabo de corregir. Muchas gracias por comunicármelo. También los dominantes cometemos errores.
ResponderEliminarBienvenida a mi blog. Siénte libre para opinar y comentar.
Saludos cordiales.
Te sigo y leo desde el 2012, sólo que con otro nick, luego tuve que cambiar. Y el que no comente (seguido) no quita que te lea a diario o cada vez que posteas, pues me encanta tu visión y tu forma de percibir ambas partes de esta amalgama maravillosa que es la D/s.
EliminarDe nuevo, un placer :)
UN PELUCHEEEEEEE
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