De acuerdo. Ella sabe que esa
declaración, es una especie de cliché. Señala
la influencia de mensajes llenos de epítetos encantadores.
Pero, no obstante, es cierto. Quiere que
la rompa.
Cada una de las sumisas tienen objetivos
y motivaciones diferentes sobre cómo y por qué tienen una sesión, que es, según
algunas, lo que hace al mundo un lugar interesante. En cuanto a ella, siempre
participa en una sesión para vivirla por completo. No cree que la gente que
tenga sesiones lo esté haciendo siempre mal. Lo que ocurre, es que sus razones
son diferentes a las de ella. Esto tampoco quiere decir que ella sea perfecta.
No lo es. Y no es para decir que hay aspectos de su vida y de ella misma sobre
los que quiera trabajar. Existen. Montones. Tal vez, una legión. Porque la
mejora de ella misma y el aprendizaje no deberían tener un punto final.
Pero, la fijación que necesita hacerse, la
hace para ella misma, de modo que la reparación dure, incluso si la relación no
dura. A veces, ocurre que la magia y el encuentro en una sesión la hemos
tricotado juntos. Quizás, algo que ella no se haya dado cuenta todavía que estaba
desaparecida. Para ella, esos momentos no son algo que pueda encontrar
buscando. Emergen, no son espontáneos. Esos momentos, no son la razón por los
que ella es perversa, porque son maravillosos cuando suceden.
Ella se involucra en las sesiones y en
el intercambio de poder, porque cumple una llamada primaria y una respuesta.
Porque responde a un eco profundo dentro de ella. Algo se instala dentro de
ella, cuando su dominante le susurra durante la sesión que es una “sumisa muy
buena.” Se humedece y funde, cuando ve los ojos de su pareja chispear a la vida
en su reacción al primer mordisco de dolor o al golpe doloroso de la fusta.
Le gusta la intensidad, porque es de
donde provienen gran parte de sus motivaciones e interés. Simplemente, no puede
hacer las cosas a medias. Es toda en todo, dentro y fuera. “No se preocupe, Amo, estoy
trabajando sobre cómo estar cómoda pasando el rato. A veces, el medio puede ser
también todo tipo de entretenimiento.”
Por lo tanto, en general, no es nada
sorprendente que, cuando se trata de ser azotada, le guste recibir no sólo
hasta su límite, sino que le gusta que la lleve hasta su punto de ruptura. No siempre
y, ciertamente, sólo lo hace con su dominante. Guarda y vigila su
vulnerabilidad de cerca. Aparte de ser emocionalmente sana, significa que ella siempre
ha sido muy cuidadosa sobre a quién y cuándo se entregaría para ser azotada
intensamente. “Al final del día, me dijo, “era ella quien se llevaba el
resultado de sus experiencias y elegir a su pareja con la razón, era parte de
su responsabilidad con ella misma. Los errores se comenten, pero, con cuidado,
serán menos y distanciados entre sí,” solía decir.
La parte más vulnerable de los azotes
para ella, a menudo, no es lo que sucede durante la sesión. Es lo que sucede
después. Es la intimidad del reequilibrio emocional y la recuperación del
equilibrio. Para volver a ella misma y juntar de nuevo las piezas. Ensamblar su
nueva integridad, requiere una fe formidable. Es en los momentos crudos posteriores,
cuando necesita la confianza. Es en los momentos crudos posteriores, cuando lo
anhela.
“Quiero que me rompa, porque quiero ser
azotada con intensidad, para forjar el tipo de conexión que se encuentra en el colapso
de los límites y yo. Quiero que me rompa, porque quiero bailar en el mismo
límite con usted, creando un momento donde no quede nadie más que usted y yo.”
“No quiero que me rompa porque piense
que estoy rota. Quiero que me rompa, porque me ama tal como soy.” Me dijo.
Bonitos recuerdos
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