Ella se sentó sobre la arena húmeda, frente a una
ola creciente que, rítmicamente, engullía sus piernas.
Cerrando sus ojos, se inclinó hacia atrás
tarareando su llamada de apareamiento.
Succionando con suavidad, y caricias
resbaladizas, las olas se apoderaron de los dedos de sus pies, progresando con
firmeza hasta sus pantorrillas y muslos.
Su espalda arqueada hacia atrás, mientras los
tentáculos se deslizaban por su cuerpo, envolviéndose alrededor de su cintura,
pechos y cuello. Ella gimió, cuando sus extremidades invadieron su boca.
Instintivamente, abrió sus piernas, de par en
par, dejando que la ola siguiente se estrellara contra su sexo ya empapado.
La resaca se derritió en una succión deliciosa
que la hizo deslizarse por una espiral resbaladiza y suave de placer.
Mmmmmm!!!!!! Provocador.
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