viernes, 15 de mayo de 2020

De rodillas

Coloqué un cojín a mis pies y le dije que se arrodillara para mí.

 

Ella se había arrodillado antes para mí muchas veces. Sin embargo, yo nunca había estado allí cuando lo hizo. Mis instrucciones habían sido a través de emails.

 

Ahora, estaba arrodillada ante mí por primera vez.

 

Según mis instrucciones, había traído algo que ella solía usar como símbolo de su sumisión a mí. Se lo agregué a ella. De nuevo, era mía.

 

Le cogí la mano. La sostuve firmemente con una mano y la acaricié suavemente con la otra.

 

Me sentí en paz, y con ella allí, ante mí. Sentí una sensación de poder y un ambiente cálido y suave.

 

¡Había imaginado esta escena desde hacía tanto tiempo! Era muy diferente de lo que yo imaginaba, pero, por su realidad, muy maravillosa.

 

La deseaba muchísimo.

 

Hablé de complicaciones y problemas para los dos. Ella entendía todo esto también como yo. Le acaricié la mano.

 

Yo la quería. Esperaba que ella también me quisiera. Al fin, de rodillas ante mí. Un regalo precioso.

 

Gracias.

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