viernes, 8 de mayo de 2020

Declaración de una mujer sumisa


Yo, tu sumisa, la de las caderas resplandecientes que te atrapan, la que teje a tu cintura un mar de peces y naufragios, la de los ardientes girasoles, la que te convoca cada noche a esperar tu viaje de regreso. Bosque a donde vuelves, fantástico lugar donde fluye la vida. Tú…bellos ojos de color brillante, eres mi espacio abierto para mis inéditas locuras, reino de mis sueños, oasis de mis miedos, punto final de mis días vacíos y mis largas semanas.

Yo, amparo y cobijo, te amo desde la profunda soledad de mis orillas, desde mis muslos de miel y serpiente y la geométrica luz de mis pupilas. Te amo desde esta herida abierta – caracol de interminables caminatas. Desde esta tierra verde de extraños precipicios, desde mi vientre sonoro e infinito, con mi cuerpo de verano y de alas, con la fuerza de todos los seres que me habitan.

Te amo y agoto mi boca en la penumbra, diluvio para mi sed de agua, te amo con mi tempo de signos y sonidos, desde mi libertad silenciosa, la cual te asusta. Te hablo desde mi pueblo congelado en el tiempo, desde mis gotas que saltan de mis ojos, desde el vértigo que camina conmigo. Ulises de mis sueños, enfurecido Titán de mis entrañas, te amo porque eres mi puerto seguro, como el ancla, sombra de mí misma… porque sé que eres mi Patria.

Una sumisa.

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