“Soy
una mujer sumisa,” me dijo ella. Encuentra placer y gozo siendo sumisa en una
relación de pareja. No es débil ni estúpida. Es una mujer fuerte, con
pensamientos claros y un concepto definido de cómo quiere que sea su vida. No
sirve a su Amo por ser débil, sino por su fuerza y orgullo.
Busca
a un Dominante para que le dé amor y protección, ya que nunca se siente tan llena
como cuando Él está con ella. Sabe que protegerá su cuerpo, su alma y mente con
su fuerza e inteligencia. Él lo es todo para ella, y ésta lo es todo para él.
Su tacto la despierta y sus pensamientos la liberan. Sólo sirviéndole, ella se
siente completamente feliz.
Sus
castigos son duros, pero los acepta gustosamente sabiendo que él siempre desea
lo mejor para ella.
Si él desea su cuerpo, se lo entrega satisfecha y le da un
placer enorme saber que lo está haciendo feliz. Sin embargo, el placer carnal es
sólo una faceta de su relación. El amor, la confianza y el compartir también
conforman una parte muy importante de su relación.
Su
cuerpo es de él, y si éste le dice que es bonito, lo es. No importa como la vean
los demás, es bella ante sus ojos, y por eso, ella camina con la cabeza bien
alta, porque, ¿quién puede decir que su Amo no está en lo cierto, cuando le
dice que es bella? Si le dice que es su princesa, ella lo es… si le dice que es
su juguete, lo es, su perra, su felpudo, lo es. Tan sensual y lasciva como él
la desea, y si otros no lo ven, es que están ciegos. La mente de ella es de él,
y éste es el único que la conoce por completo. No tiene secretos para él,
porque la apartarían de ser suya completamente. Los secretos pondrían una
barrera entre su Amo y ella, y ésta no quiere barreras. Sus enseñanzas son algo
que ella busca o imagina, son algo que ha decidido que ella necesita y aprende
de él.
Su
alma, tan desnuda como puede estarlo su cuerpo, cuando está postrada a sus
pies, es de él. No hay un solo momento en el que no note su presencia, incluso,
cuando no está con ella.
A
ella, jamás se le ocurriría enfurecerle ni traicionarle, ya que sería un
castigo horrible para ella, incluso, peor que cualquier latigazo. El
desconcierto de su alma, cuando lo enfada, es peor que soportar la angustia
física que siente cuando la golpea con su cinturón. Ella pasa los días sabiendo
que la energía y la fuerza que él pone en su relación con ella es beneficiosa
para ambos. Considera que la parte de Él es más dura que la de ella, y le
agradece enormemente que se preocupe por ella y le regale todo su tiempo. Ella
tiene la parte más sencilla: experimentar, sentir, dejarse ir y abandonarse en
Él. Ella es su placer y su responsabilidad, y así la trata. Es una mujer
sumisa.
“Estoy
orgullosa de serlo. Mi sumisión es un regalo que no doy a la ligera, sino que
solo puedo dársela a alguien que la aprecie por completo y la recompense. Sólo
me entrego a Él por completo, porque soy fuerte y orgullosa. En resumen: Soy
una mujer sumisa.”
Ella
me comentó con toda confianza...
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