jueves, 7 de mayo de 2020

Rápido

Parece dormido en el sofá de al lado. Parece tan tímido y tan poco perverso…

Muy lentamente, ella acerca su mano a su pelo, a su cuello, a su cara, a su brazo… y automáticamente, como una luz de verano, le da calor con su aliento y calidez con su boca, y ya no parece dormido. Y ahora, la atrae hacia él y la chupa y la besa, y la muerde, y le duele, y él no para, y la excita y estira y marca, y sigue…

“Y ¿si nos ven?”

La coge de la mano, se van a la habitación. “No te desnudes,” le susurra. “Voy a desnudarte yo.”

Y sin miramiento alguno, le baja los pantalones, le retira la tanga, la pone de cara a la pared. Le tapa la boca, sus dedos la empapan. Y su verga sigue metiéndose fuerte sin dejarla respirar. Sin dejarla gritar… y mojando sus piernas… de ella y de él.

Y no puede parar, y no quiere parar. Y, sin sacarla de dentro, la sienta y la obliga, tirando de su pelo, para que deje de chapotear.

“Porque te gusta escucharlo, ¿verdad?” 
“Te gusta escuchar cómo marco tu ritmo al intentar saltar
Y ahogo tu placer, y te vuelvo a ahogar… y al terminar,
Me recoges la ropa, me sonríes, te doy un beso tranquilo.

Y te digo al oído:

“Tranquila, preciosa, sigo dormido.”

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